En los tratamientos de estética facial, utilizamos materiales de relleno inyectables que son aquellos que pueden ser introducidos en el organismo mediante inyección. Según su origen se clasifican en biológicos (de origen orgánico) y no biológicos (de origen sintético) y según su duración en: reabsorbibles e irreabsorbibles. Cuando hablamos de rellenos en medicina estética, se puede reducir al uso de sustancias inyectables que, una vez infiltradas en la piel provocan el clásico efecto de rellenar arrugas o surcos, aumento o perfilado de labios, aumento de pómulos, o podemos tener un enfoque más dinámico en cuanto al tratamiento tridimensional de la cara. En los últimos años se da especial importancia a las pérdidas de volumen que sufre la cara con el paso del tiempo: la disminución de los compartimentos grasos, la pérdida de grosor y turgencia de la piel debido a los cambios fisiológicos de la misma por la edad y la gravedad a la que están sometidos dan lugar a la flacidez cutánea, que es responsable de la aparición de los surcos nasogenianos, las ojeras, las depresiones en las mejillas y el descolgamiento de las mismas. En este aspecto uno de nuestros principales objetivos a la hora de abordar el rejuvenecimiento facial es restaurar los volúmenes característicos de un rostro joven, mediante el análisis de aquellas zonas que han perdido proyección y que necesitan una reposición de volumen.
Los rellenos faciales se utilizan para rejuvenecer y revitalizar la piel del rostro de una persona. Así, mediante distintos tipos de infiltraciones se consigue dar más naturalidad al rostro a la vez que se rejuvenece gracias a la capacidad para reponer volúmenes perdidos, resaltar mejillas o pómulos y acabar con las arrugas y surcos del rostro. Con los rellenos se consigue reducir el descenso de los tejidos faciales, castigados con el paso de la edad y acabando con la sensación de que la piel de la cara cuelga y se cae, acabando con la sensación de flacidez y falta de firmeza en el rostro.
Cuando inyectamos sustancias reabsorbibles con propiedades activas sobre la piel, podemos darle un enfoque más dinámico; considerando la cara como una estructura tridimensional ese enfoque dinámico es reflejado en la aplicación de las sustancias a los diferentes ejes del espacio. De esta forma podemos conseguir relleno, reestructuración, reposicionamiento y reproyección que son las claves para un rejuvenecimiento integral, a la vez que natural. También consideramos el efecto de reestructuración metabólica: la sustancia utilizada va produciendo una mejora progresiva de la calidad de la piel según sus propiedades.
De trazado o de tunelización: consiste en introducir la aguja en la piel y aplicar producto a la vez que se retira el agua de la zona.
Punto por punto: es la indicada para tratar zonas difíciles como ojeras, pómulos o sien.
Se hace un único punto de inyección que permite cambiar la dirección de la aguja e inyectar con facilidad y precisión.
Consiste en colocar varios pilares en la dermis, en sentido perpendicular (es decir contrario) al surco o arruga que queremos tratar.
Consiste en realizar varios pilares en sentido de dentro hacia afuera formando una X en toda la longitud del surco o arruga, en las uniones de los surcos y comisuras o en arrugas irregulares
Esta técnica de los 5 puntos, hace más fácil el tratamiento a los pacientes.
Las arrugas faciales dinámicas aparecen como resultado de los movimientos repetitivos de los músculos faciales al expresar emociones. Las más comunes incluyen las «patas de gallo» alrededor de los ojos (causadas por sonreír), las líneas de la frente (por elevar las cejas) y las líneas nasogenianas que van desde la nariz hasta las comisuras de los labios.
A diferencia de las arrugas estáticas, que permanecen visibles incluso cuando el rostro está en reposo, las dinámicas solo se manifiestan durante la expresión facial. Con el tiempo y la pérdida natural de colágeno y elastina, estas arrugas dinámicas pueden volverse permanentes, transformándose gradualmente en líneas estáticas.
>Las arrugas faciales estáticas son surcos o líneas que permanecen visibles en el rostro incluso cuando no hacemos expresiones. Se diferencian de las arrugas dinámicas, que aparecen solo al gesticular. Con el envejecimiento, la piel pierde colágeno y elastina, volviéndose menos firme y más propensa a estas marcas permanentes.
Las más comunes incluyen las líneas de la frente, «patas de gallo» alrededor de los ojos, surcos nasolabiales y líneas peribucales. Factores como la exposición solar, tabaquismo, deshidratación, genética y posición al dormir influyen en su desarrollo. Los tratamientos incluyen cremas con retinoides, procedimientos con láser, rellenos dérmicos y toxina botulínica.
Las arrugas gravitacionales aparecen principalmente por el efecto combinado del envejecimiento y la gravedad. Con el tiempo, la piel pierde colágeno y elastina, proteínas fundamentales para su firmeza y elasticidad. Esta pérdida provoca que los tejidos cedan ante la fuerza gravitatoria.
Estas arrugas se manifiestan típicamente en forma de surcos nasolabiales profundos, líneas de marioneta, papada y descenso de las mejillas. Entre los factores que aceleran su aparición destacan la exposición solar excesiva, el tabaquismo, la deshidratación y la genética.
Los tratamientos incluyen desde cremas con retinol hasta procedimientos médicos como rellenos dérmicos, radiofrecuencia y lifting quirúrgico.
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